Cuando planeas por primera vez una visita a Hong Kong, ya te
haces una idea de lo que te vas a encontrar. Pero una vez realizas la visita,
enseguida te das cuenta de que te has quedado corto.
Es muy complicado escribir unas pocas líneas sobre las
sensaciones que provoca esta ciudad, ya que todo lo que se va a sentir daría
para más de un libro. Vamos a dar someramente unas breves pinceladas para que
luego cada uno descubra por sí mismo la inmensa metrópoli.
Lo primero que sorprende una vez abandonas el aeropuerto (el
nuevo por cierto, los que tuvieron ocasión de volar al viejo relatan
aterrizajes de pura adrenalina) es el tamaño de todo: el puerto es inmenso,
miles y miles de containers, los
edificios son inmensos, altísimos rascacielos, las calles están abarrotadas de
gente, por todos los lados, y además todo en chino. Bueno, esto es Hong Kong.
Geográficamente se puede distinguir la zona de la isla de
Hong Kong, territorio original de la colonia británica, y la zona continental,
o Kowloon añadida posteriormente. Además tenemos los llamados Nuevos
Territorios o la isla de Lantau con no mucho interés ya que los primeros se
tratan de zonas densamente urbanizadas dedicadas a la vivienda de la gente que
mueve está maquina luminosa y vital que se llama Hong Kong. Las dos primeras
zonas tienen más interés, la isla o Wanchai es el distrito financiero, y es
donde se encuentran los más altos y modernos rascacielos, vale la pena
callejear por sus avenidas y disfrutar del bullicio de la zona. Hay una zona en
donde se encuentra la mejor artesanía de la isla, recomendable la zona de copas
de Lan Kwai Fong, desgraciadamente en el Fish Market todavía se comercia con
aletas de tiburón y otras especies, y se puede subir al pico más alto de la
isla, el pico Victoria en un agradable funicular. Y si nos cansamos pues
tomamos los curiosos trolebuses de dos pisos, al estilo inglés pero más
pequeños.
La zona de Kowloon es más popular, aquí se encuentran los
mercados nocturnos como Temple Street en donde se puede comer por poco dinero y
te sientes de verdad inmerso en el corazón de Asia. En la parte sur se
encuentra el paseo de la fama de las películas chinas, al estilo Hollywood.
Podrás pasear entre las huellas de Jackie Chan, Bruce Lee o Jet Li. Por la
noche, desde este paseo se puede disfrutar del espectáculo de iluminación de
los rascacielos de la isla. Es una actividad a no perderse.
Museos, templos, parques, la bahía con los juncos chinos,
todo ello impregnado con el exotismo de oriente y en particular de la cultura
china.
Para los aficionados a las compras, esto es un verdadero
paraíso, enormes centros comerciales con todas las marcas imaginables, a unos
precios algo mejores que en Europa, y llenos de chinos (de la China ) con carteras abultadas que son los que ahora
tienen el dinero. Y también zonas como la de Mong Kok llena de tiendas con
letreros grandes y luminosos en donde encontramos para comprar literalmente de
todo.
Por último, para familias con niños, Disneylandia tiene una
sucursal aquí, por tanto una gran oportunidad.
No nos extendemos más, a los que tengan la oportunidad de
pasar por aquí, recordad que una escala de dos o tres días conseguirá llenar el
viaje de nuevas sensaciones y conocer una de las metrópolis más vibrantes y
curiosas del continente asiático.
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